Nunca me han gustado los piropos gritados en público.
De joven porque me sentía ofendida y hasta violentada cuando tenía que pasar inevitablemente al lado de una obra donde albañiles salidos… de un cuerpo de mujer, se olvidaban de dar a todas el mismo respeto que le tenían a la propia.
Esos "piropos" solían ser frases absurdas inventadas por tipejos absurdos y dichas a voces desde el andamio por un babeante niñato rodeado de algunos congéneres de hormonas resabiadas para que la gracia fuera reída por otros como ellos y ofendiera en vez de halagar a la sufrida destinataria.
Pocas veces los requiebros eran a pie de calle, y nunca lo hacían en solitario. Los “tíos” –que no hombres- actuaban en manada para mayor ridículo de su género.
En estos casos –los de a pie de calle y casi comiendo la oreja a la desdichada chica- alguno se llevó un bien merecido y sonoro bofetón. Doy fe.
Con el tiempo, afortunadamente desaparecieron estas “lisonjas”, aunque nunca falta algún imbécil que respira sin merecimiento y que creyéndose el gracioso del barrio suelta su “impiropo” y pretende quedarse tan pancho.
Yo, mujer añosa y curtida; educada exquisitamente cuando toca, de verbo fácil e ironía fina y punzante como daga en la escritura, muestro mi educación donde educadamente se me trata, pero si alguien osa perturbar mi caminar sereno y desjuanetado, con improperios de descerebrado macho-estúpido, a los que ni la más fina educación haría razonar; y sabiendo que en la vida volveré a ver su careto, me dio la gana y el impulso irrefrenable de no quedarme callada ante semejante bulto con ojos.
Iba tranquila, cargada de bolsas de la compra, por una calle poco transitada en ese momento, sin nadie caminando detrás de mí, ni nadie que lo hiciera en muchos metros a mi redonda, cuando de pronto me vi asaltada, sorprendida e insultada por un engendro que salió de un portal y me dijo babeante y lujurioso: “¡¡Baya ubres tienes maja!!”.
Giré mi torso y contesté en tono tranquilo, sin aspavientos: “¡¡ iguales que las de tu puta madre, pero son más grandes los cuernos que en este momento te está poniendo tu mujer, cabrón!!”.